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Con la llegada del verano, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) —que representa a más del 90% del sector— está impulsando iniciativas que promuevan la comunicación científica en torno a la protección solar con el objetivo de aportar claridad, transparencia y rigurosidad a la conversación.
Advertencias, mitos, negacionismo, tendencias virales, análisis de productos sin rigor científico… La conversación sobre protección solar, a pesar de las evidencias científicas, de las recomendaciones de expertos acreditados y de la creciente concienciación de la ciudadanía española, en ocasiones gira en torno a preguntas, inquietudes y dudas; a mensajes que confunden y contribuyen a generar alarma o desinformación; a desproteger al consumidor y, por tanto, poner en peligro la salud pública.
Para hacer frente a estas cuestiones, se ha organizado un encuentro para ofrecer a los profesionales que canalizan la información y la opinión pública herramientas útiles para entender mejor el trasfondo de la fotoprotección, un ámbito altamente complejo y en el que España es un país de referencia por su desarrollo e innovación, tras el que hay equipos humanos muy cualificados: el 21 % de profesionales que forman parte del sector cosmético español es de perfil científico.
“La complejidad puede llevar a que los no expertos no lo entiendan, lo malinterpreten, con mensajes que confunden, generen alarma y desinformen a los consumidores, en un territorio donde es fundamental la transparencia, el rigor y la claridad”, ha apuntado Val Díez, doctora en Farmacia y directora general de Stanpa.
Aunque los españoles están cada vez más concienciados con la protección solar y así lo refleja el aumento del consumo de fotoprotectores registrado en el último año (+19%), la industria comparte su preocupación ante la desinformación
Entre el panel de expertas científicas, ha participado Raquel Aguado, vocal de Dermofarmacia y Productos Sanitarios del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM), quien ha explicado que “la desinformación es un fenómeno que alcanza de diferente forma al usuario. Los jóvenes tienen un mayor problema y nos generan preocupación, ya que, se informan a través de redes sociales y canales digitales basados en la inmediatez y la viralización. Incluso sin buscar ninguna información en concreto, se exponen a contenidos cuyos mensajes calan en ellos porque desconocen el criterio o la fuente de quienes juzgan la efectividad o calidad de los productos”.
María Segurado, dermatóloga jefa de sección del Hospital Universitario del Sureste de Madrid y asesora dermatológica de Nivea, ha señalado que “el daño solar es acumulativo, pero, por desgracia, son muchos los jóvenes que confían en que a su edad no les va a pasar nada y creen que este tipo de mensajes son ‘cosas de médicos’. No debemos olvidar que la piel es el órgano más expuesto y, a su vez, accesible del cuerpo y la sintomatología o los signos de alarma derivados de patologías específicas son, en gran medida, visibles. En este sentido, es importante conocer nuestra piel, autovigilarnos y, en caso de duda, acudir a un experto”.
También han participado algunas expertas que lideran las áreas científicas de fabricantes como ISDIN, L’Oréal y Cantabria Labs, encargadas de supervisar desde la formulación hasta la salida al mercado de los fotoprotectores, un proceso que sigue unos exhaustivos controles de evaluación de garantía y calidad regulados a nivel europeo.
En relación a estos controles se ha destacado que los filtros solares son ingredientes controlados y su eficacia y seguridad está avalada por el Reglamento Cosmético Europeo y el Comité Científico para la Seguridad de los Consumidores (SCCS). Esta regulación reta a los expertos en el proceso de formulación de los fotoprotectores, tratándose de un proceso complejo cuya etapa de investigación previa a su materialización puede llegar a extenderse hasta 10 años, con el objetivo de garantizar la eficacia y seguridad del producto en todo su ciclo de vida.
Leonor Prieto, directora científica de L’Oréal Dermatological Beauty España, apunta que “existen tres retos en la evolución científica de los protectores. El primero de ellos es el reto de los filtros, que han evolucionado para protegernos más. El segundo es favorecer la aplicación de estos fotoprotectores, es decir, crear tecnologías que garanticen que la cobertura sobre la piel sea homogénea. Y, por último, las texturas de los mismos”.
Stanpa reclama un mayor rigor científico y la consulta de fuentes acreditadas y expertas a la hora de informar sobre la fotoprotección
En este sentido, el rigor científico y la apuesta por la innovación son dos piezas clave para hacer frente a los retos que plantea el territorio de la fotoprotección. De hecho, antes de llegar al producto final hay compañías que pueden llegar a realizar más de 500 prototipos que no solo persiguen la máxima eficacia y calidad del producto, sino que también ponen a prueba su resistencia y aplicabilidad.
Mónica Foyaca, directora de I+D de ISDIN, ha reiterado que “sin duda, el mejor fotoprotector es aquel que te pones. Por ello, la industria trabaja incansablemente para conseguir las mejores texturas y garantizar la buena aplicación del producto, de modo que resulte atractivo, cómodo y genere adherencia en los usuarios”.
Asimismo, es importante conocer los cuatro tipos principales de radiaciones solares ante las que nos debemos de proteger y entender que tienen una afectación diferente en la piel: la luz ultravioleta B (UVB), la ultravioleta A (UVA), la luz visible y la luz infrarroja -siendo esta última la más peligrosa por su correlación con el daño cutáneo por calor y envejecimiento-. Por su parte, la UVB y la luz visible inciden en las capas más superficiales de la piel y, en el caso de la UVA y la luz infrarroja, el alcance es más profundo, generando mutaciones en el ADN que, a largo plazo, pueden derivar en cáncer de piel.
Debemos tener en cuenta estos factores ya que “desde la infancia hasta la adolescencia vamos a estar expuestos a entre un 50% y un 80% de la radiación que vamos a recibir a lo largo de nuestra vida. Entonces, es la época más importante para poder protegernos y, como hemos observado, realmente nuestros jóvenes no solamente no se fotoprotegen sino que pueden llevar a cabo prácticas poco saludables”, destaca María José Gómez, directora médico científica de Cantabria Labs.
Como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), la desinformación sobre salud pública es un tipo específico de riesgo informativo que, a diferencia de la información errónea, se origina con la intención maliciosa de sembrar la discordia, la división y la desconfianza en los organismos oficiales, los expertos científicos, los organismos de salud pública, el sector privado y las fuerzas del orden, entre otros grupos objetivo.
Por eso, el sector cosmético hace un llamamiento a la colaboración para revertir el fenómeno de desinformación que afecta a la fotoprotección y se produce cada verano y ofrece su colaboración, y la de sus expertos, para aportar rigor, claridad y transparencia a la información sobre la fotoprotección.
“La llegada del sol es siempre una buena noticia. Pero, para disfrutarlo bien y garantizar una vida sana, debemos de tomar determinadas protecciones frente a la exposición al sol. Es necesario concienciar a los consumidores sobre el uso responsable de protectores solares desde temprana edad; productos desarrollados con el mayor rigor científico de la industria cosmética y disponibles en un mercado variado y accesible”, añade Val Díez. “No debemos obviar que la misión de los fotoprotectores es prevenir problemas derivados de una exposición irresponsable que, cuando aparecen, son complicados de abordar”, concluye val Díez